jueves, 5 de abril de 2012

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES

Ayer, por consejo de mi amigo y mentor en cuestiones cinematográficas Ángel, me decidí a sacar de la Biblioteca Ruiz Egea de Cuatro Caminos El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard), de Billy Wilder. Después de haber degustado dos obras maestras como La Dama de Shanghai y El Ángel Azul, se me antojaba difícil encontrar algo que superara el listón.



No sé si lo superará, ni si -como se suele decir- será la mejor película que hasta ahora se haya hecho. Lo que sí sé es que va a ser una de mis diez favoritas. Inteligente, sutil, mordaz, incómoda, audaz, dura, cruel, despiadada, desoladora, distinta, perfecta.


Perfectamente ensambladas las historias y miserias de todos los personajes, incluido el propio Hollywood, que discurren paralelos: el guionista en apuros dispuesto a venderse por conservar las apariencias; la actriz insoportablemente engreída y aferrada a su juventud, que se niega a aceptar el declive físico y profesional; la productora que trata de quitársela de encima a cualquier precio; y el público estratificado en edades, las más antiguas que aún recuerdan con lástima a la vieja gloria, y las más jóvenes, que ignoran por completo el pasado reciente.


Me veo incapaz de elegir, de entre todas las metáforas e imágenes que desfilan de principio a fin a lo largo de la película, la más acertada, la más brillante o la más conmovedora: ¿la enorme mansión aislada del mundo exterior, el mundo real que prosigue su marcha, y por ello abandonada precisamente en las zonas que guardan contacto con él (el jardín, la piscina, el garaje)? ¿Su interior, cuidado hasta el más mínimo detalle con el fin de preservar el ambiente de los felices 20, resistiéndose al paso del tiempo con tanta terquedad como pésimo sentido del humor? ¿Los amigos de la actriz olvidada, auténticas "estatuas de cera", mudas como en el cine que las hizo triunfar, que contrastan agudamente con las risas y la alegría del presente, totalmente ajeno a ese mundo siniestro?



¿O tal vez la tristísima sumisión del primer marido abandonado por la diva presuntuosa y ahora convertido en criado, chófer y redactor de cartas falsas?


Quizás la estremecedora escena final, en la que la mujer que se había visto condenada al peor de los infiernos, la vejez y el desdén del público, logra ver por fin cumplido su sueño de mostrar a las cámaras su maltrecho rostro. Sólo de pensar en cómo lo consigue y de recordar el final de las otras dos películas que he mencionado, se me ponen los pelos de punta.


2 comentarios:

  1. Muy bien por tu amigo Angel que te ha llevado a descubrir una de las grandes joyas del cine negro y a uno de sus mejores directores Billy Wilder. Como eres muy joven, este género cinematográfico de los años 50 te resulta desconocido así que si me lo permites te aconsejo que te adentres en él, disfrutarás de títulos que son lo mejor de la historia del cine.Otro de los mejores directores de este género es Fritz Lang y dos de sus obras maestras, las películas "Perversidad" y "Los sobornados". Que sigas disfrutando del buen cine.

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  2. ¡No sólo te lo permito, te lo imploro! Esas dos pelis ya las tengo apuntadas por recomendación tuya para sacarlas el martes, y la verdad es que se me empiezan a apilar nuevos títulos sobre los títulos de Billy Wilder que estaban en la cola. Muchas gracias.

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